domingo, 16 de julio de 2017

La Cruzada Hispánica: 805 años


Hoy es el día de la Virgen del Carmen, que para algunos (incluido para mí), debería de ser patrona de España, sino sustituyendo a la del Pilar, compartiendo el patronazgo. Podría haber tres vírgenes patronas a la vez: Carmen, Pilar e Inmaculada. Ya este 8 de diciembre intentaré hablar del conocido Milagro de Empel.
Hoy, sin embargo se conmemora otra efeméride; la de la Batalla de las Navas de Tolosa, o por su concurrencia, la Cruzada Hispánica.
Ya hable en la entrada de las cruzadas, que esta batalla, y no solo por el apelativo que le dieron, puede considerarse una Cruzada, ya que por primera vez en mucho tiempo, los reinos hispánicos se unieron en coalición contra el invasor musulmán, el Papa llamó a la guerra y contó con voluntarios de todos los reinos cristianos (no solo de los hispánicos), tales como voluntarios franceses u occitanos, además de que entre los combatientes estaban ordenes militares.
Algunos han querido quitarle peso a la batalla, pero en realidad, lo que quieren es quitarle relevancia histórica. Es cierto que la conquista del valle del Guadalquivir no empezó hasta treinta años más tarde, pero solo Dios sabe lo que hubiera podido pasar si no se hubiera llegado a ganar esta batalla tan crucial, y más cuando en los últimos treinta años antes de la Batalla de las Navas de Tolosa, los castellanos habían sufrido duros reveses, como el año anterior en el Castillo de Salvatierra en la actual provincia de Ciudad Real, y que amenazaba a Toledo. 
Lo que si que digo, y esto puede ser constatado, es que fue crucial, y no solo para España, sino también para Europa. En el plano político y en el moral.
Al igual que Covadonga, Poitiers, o en menor escala, Simancas, esto fue un punto de inflexión, porque la arabesca estaba retomando posiciones y aún dominaba para abajo de Despeñaperros (que bien podría llamarse Despeñamoros). 
En el plano político, permitió agarrar por abajo (tanto geográficamente como metafóricamente) a los almohades y atarlos en corto. Durante los años siguientes, los reinos musulmanes para evitar su desaparición, tuvieron que pagar bastantes tributos a los reinos hispánicos. Esto permitió además la expansión de los reinos hispánicos más allá de la Península. Aragón desarrolló una talasocracia similar a la de los griegos, Castilla empezó a involucrarse en el cultivo de la zona mesetaria y sobretodo, a preparar de manera más profesional y concisa la Reconquista de Andalucía. Por no decir que para Portugal, con la Reconquista prácticamente acabada, ya desarrolló una independencia respecto a los reinos hispánicos que se iría concretando a lo largo del tiempo, y especialmente, en ser los primeros navegantes de Europa a través del Atlántico.
Sin embargo, si que hay que tener en cuenta, la exageración de las crónicas medievales, quiénes llegaron a inflar las cifras de voluntarios. Actualmente, la de las tropas cristianas se cifran alrededor de 40.000 y la de los musulmanes, en 30.000.
Lo que no tuvieron en cuenta, fue que caballeros ultramontanos (esto eran los voluntarios que venían de Occitania y Francia) abandonaron en medio de la batalla y este flanco defensivo tuvo que ser cerrado porque era atacado constantemente.
Los preparativos de la batalla se llevaban realizando desde 1211 y el punto clave fue Despeñaperros, un desfiladero que se encuentra en Santa Elena y que además conectaba La Meseta con Sierra Morena, por lo que aquí, a los que intentan quitarle relevancia, se muestra una vez más su importancia. Una zona estratégica y bastante difícil que podía quitar a los almohades una hegemonía en ese terreno, que por aquel entonces era bastante grande. Aparte de domar el territorio, conseguirían replegarse con éxito y evitar una nueva incursión de los almohades.
La batalla ha pasado también al imaginario popular, por la unión de España, y lo subrayo, porque mucho antes del matrimonio de los Reyes Católicos, España había estado unida, incluso antes de esta batalla, pero por primera vez, se dejaron atrás las cuitas entre los reinos hispánicos (como la ínclita Liga de Huesca en 1191 contra Alfonso VIII de Castilla), las rencillas de terrenos y el orgullo propio que evitaba una unión (especialmente por parte del Reino de Aragón). Y aquí estuvieron Alfonso VIII, rey de Castilla; Pedro II, rey de Aragón, y Sancho VI, rey de Navarra; quiénes durante la batalla ocuparon los puestos traseros junto a Rodrigo Jiménez de Rada.
De hecho, este último fue bastante importante, pues al margen de su papel como arzobispo de Toledo, supo gestionar bastante bien y de manera estratégica la paz que habían firmado los reinos cristianos, y aprovechando la bula de Inocencio III, hizo un ejercicio de información bastante bueno, pues propagó el llamamiento por todas partes, en una época donde los únicos medios de comunicación eran los juglares, las palomas mensajeras o los comerciantes, entre otras cosas. 
La batalla fue la unión definitiva de una España que se unía en su destino universal para derrotar a la peligrosa arabesca. Quién diga que esta batalla no fue importante, aparte de ser un inculto y un manipulador en la mayoría de ocasiones, también es un antiespañol empedernido y dado a adulterar la historia a su antojo, únicamente porque se siente mejor así.
En sí, el combate fue el típico medieval, sin ir a la defensiva y con escaramuzas previas. No marcó un antes y un después en el campo de batalla, pero la estrategia fue bastante buena.
 Y es que en mi opinión, al margen del suceso histórico, si ellos hubieran atacado Córdoba o alguna zona fuerte del norte de Andalucía, se los hubieran comido, porque eran zonas que estaban perfectamente defendidas, no obstante, atacar por un desfiladero imposible y por un accidente geográfico, que quién lo dominara (y no es ninguna exageración) tenía el norte de Andalucía para lo que fuera, fue una estrategia bastante buena. De hecho, en la zona de Jaén no estaban apostadas tropas castellanas, por lo que fue un mérito doble, por la movilización.
Esta imagen, cortesía de revistadehistoria.es, muestra la estrategia de la batalla. La formación castellana era claramente atacante y se procedía al contraataque desde las zonas más retrasadas, mientras que la formación musulmana era más defensiva y más desorganizada. No hace falta ver la disposición, ya que los castellanos atacaron de manera centrada e hicieron las incursiones cuando debían de hacerlo, en cambio, el ataque musulmán fue más expeditivo, hasta el punto de que atacaron de una manera que nada tenía que ver con su formación, ya que atacaron bastante a "lo loco" como se diría.
Sin embargo, el ataque "a lo loco" de los almohades, sirvió para generar la confusión y una gran pérdida entre las tropas castellanas, que solo pudo reparar Diego López II de Haro.
Llegada la tarde, y después de una situación de ataque moro y contraataque castellano, las caballerías aragonesas y navarras atacaron por los flancos, mientras la castellana lo hacía por el centro. Así pues, Alfonso VIII, pudo sacar a sus mejores hombres para acabar sembrando el terror en los almohades, que acabaron retirándose y con la toma del emplazamiento de An-Nasir por parte de las tropas cristianas y consiguiendo un cuantioso botín. El famoso pendón de las Navas fue adquirido posteriormente por San Fernando III cuando conquistó el valle del Guadalquivir a mediados del siglo XIII.

Sin nada más que decir: Feliz Día de la Virgen del Carmen y un sonoro Arriba España, simbolizando la unión de una nación.

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