martes, 30 de junio de 2020

Españoles Olvidados (IV). Padre Francisco de Vitoria, precursor del Derecho Internacional y de los convenios de guerra justa

Ciceroniano como lo soy yo, quería hablar de una figura fuertemente influenciada por el 'iusnaturalismo' ciceroniano. Un dominico español, que tiene dedicada la Sala de los Consejos del Palacio de Naciones de Ginebra, pero que el olvido ha aplastado hasta la nimiedad y el desconocimiento por parte de nuestros congéneres. Pero cabe recordar que este fraile español - quién al menos da nombre a una Universidad en Madrid - fue precursor del "ius gentium" o derecho de gentes. Su particularidad es que él no escribía directamente sus obras, únicamente nos han llegado por escritos de sus alumnos, secretarios o coetáneos, en las conocidas como trece relecciones o lecciones solemnes. Alumnos destacados de este jurista fueron Melchor Cano, Domingo Báñez, Domingo de Soto o Francisco Suárez, conformado la Escuela de Salamanca, uno más de los orgullos culturales que han jalonado nuestra patria historia. 
Ducho, no únicamente en el Derecho, sino también en Teología y Economía, imprimió a todas las ciencias que impartió, las enseñanzas aprendidas en la Summa Theologiæ de Santo Tomás de Aquino, a su vez con influencias aristotélicas. 
Francisco de Vitoria, nació en 1485 en Burgos - otras fuentes aseguran que nació en 1482 - de una familia de origen vitoriano, tras haber ingresado en la Orden Dominica con 20 años, tres años más tarde, en 1508, se incorporó al Colegio de Santiago, uno de los colegios filiales de la Universidad de la Sorbona, recibiendo en esta Universidad los grados de Licenciado y Doctor. Posteriormente, en 1522, trasladase al Colegio de San Gregorio de la Universidad de Valladolid, destacando sus explicaciones de la Summa Theologiæ de Santo Tomás de Aquino durante tres años, recibiendo - además - el último grado que la Orden Dominica otorgaba a sus profesores: el Magíster en Sagrada Teología. Ya, en 1526, obtuvo la Cátedra Prima de Teología de la Universidad de Salamanca, universidad entonces prestigiosa y que hoy conserva ese histórico reconocimiento, donde estuvo enseñando hasta su muerte.
Recibía el apelativo de "el maestro" atrayendo a sus clases tanto a estudiantes como profesores, y siendo aconsejador de hombres de gobierno, conformando entonces la Escuela de Salamanca.
Conviene el recalcar, el carácter teológico impreso en sus postulados, influencia de la obra de Santo Tomás de Aquino de la que fue un encarnizado exégeta y de la que bebió, en definitiva, para establecer el concepto moderno de dignidad humana, y más con la consolidación del mercantilismo, al calor de la expansión hacia el continente americano.
Sirva de ejemplo esa labor humanitaria y para nada exclusivista, al conferirle a la frase de San Cipriano: "extra ecclesiam nulla salus" un significado más laxo, pero que hablaba también de la identificación y de la unión del hombre con Dios, eximiéndole de caer en el pecado, si bastando con haber leído los Evangelios y llevar una vida puramente cristiana, no había podido acercarse a ña teología moderna. Adjuntamos ejemplos - cortesía de la página oficial de los Dominicos - tales como "El hombre que nunca ha oído nada sobre Cristo y no tiene otro pecado, que el supuesto de infidelidad, podrá salvarse" o "Parece extraño que un hombre esté en gracia y que no tenga conocimiento de Dios. La gracia en efecto es amistad. Y, ¿qué amistad puede haber entre los extraños? Las dos cosas son probables, pero la afirmativa como lo es que un hombre esté en gracia y no tenga conocimiento de Dios tiene mayor evidencia"
Inspirándose este pensamiento en el principio de Santo Tomás de Aquino de "facienti quod in se est, Deus non denegat gratiam" - en castellano, "al que hace lo que está de su paret, Dios no le niega su gracia" I - y de los tratados de San Agustín sobre el Evangelio de San Juan - citando de forma equivocada su participación en el Libro sobre las Ochenta y Tres Cuestiones.
Pero, en lo que viene siendo acerca de las convenciones de guerra, estas no se entenderían sin la grandísima intervención de Francisco de Vitoria, y más con las Reelecciones del Estado, de los indios, y del derecho de la guerra, donde estableció los títulos jurídicos por los que se legitimaba la ocupación española en América, dividiéndolas en cuatro partes: la licitud de la guerra para los cristianos si eran agredidos a través de la fuerza o para reclamar una injuria recibida, la autoridad competente para declarar y hacer la guerra donde aparece la defensa de la propiedad privada y la potestad del príncipe equiparada a la república - similar a su contemporáneo "El Príncipe" de Maquiavelo -, las causas justas de la guerra que sí es ya en puridad la precursora del Derecho Internacional a través de la cita de San Agustín como "las guerras justas suelen definirse diciendo que son aquellas en que se toma satisfacción de las injurias..."  y los actos lícitos contra el enemigo en guerra justa tales como la defensa del bien público, el recobrar cosas perdidas y sus intereses, el resarcimiento con los bienes del enemigo de los gastos de la guerra, poder del príncipe para el mantenimiento de la paz y un hipotético castigo por injurias o venganzas. Todo esto fue ampliado por sus discípulos Domingo de Soto o Francisco Suárez y por autores posteriores como Luis de Molina, insuflados por ese pensamiento.
Tanto él, como su contemporáneo Fray Bartolomé de las Casas, establecieron - por así decirlo - los primeros convenios laborales en las Indias, convenios laborales imprimidos de una gran humanidad y de equiparación de los indígenas a los españoles, desaconsejando que estos últimos esclavizaran o trataran como inferiores a los primeros. "Resistencia indígena" dicen algunos, yo prefiero llamarlo "concreción histórica". Ese es el legado de los españoles en América, como prestigiosas universidades, un lenguaje hablado por medio mundo, cimentación de la auténtica cultura y sentir nacional de pueblos hispanoamericanos, ciudades que nada tienen que envidiar a las grandes ciudades históricas y un sistema jurídico sin parangón. Un sistema jurídico que ya estaba empezando a especializarse, a diferenciarse, a desgajarse del sempiterno civilismo romano.
"Podrían, algunos, saber más que él pero ni diez juntos enseñaban como él" frase que hablaba de ese interés divulgador y esa humanidad que imprimía Francisco de Vitoria a sus clases, enseñanzas, escritos y puntos de vista.
Si hoy día, tenemos la estulticia como punto de vista y tenemos una mayoría de borregos forofos, destructores de la Historia ante su frustración de no poder reescribirla, es por esa subversión cultural, a la que nosotros hemos de plantarle cara. Y para ello, es preciso dar a conocer a las gentes, a los auténticos artífices de sus libertades y derechos, y especialmente al hombre español, que sienta orgullo de haber tenido en nuestra Historia de personajes como este.
Sin duda, para el tercer aniversario de "Cultura Hespéride" no se podía haber elegido mejor temática y más, teniendo en cuenta, estos conflictos destructores de cultura que vivimos como consecuencia de que hay unos cuántos "miserables" que se creen que por ser intrigantes y directores de gente estulta ya tienen el poder de reescribir la Historia y no es así.
Muchas gracias por estos tres años, a seguir adelante.
---JAVIER RAMOS BELTRÁN, A 30 DE JUNIO DE 2.020---
Biografia de Francisco de Vitoria
Francisco de Vitoria

domingo, 7 de junio de 2020

Españoles Olvidados (III). El cronista de Aragón, Jerónimo Zurita y Castro, y su maestro, el toledano Hernán Núñez


No es nada descabellado el asegurar que en España hemos tenido a grandes prohombres que, bien por su participación en la divulgación cultural o bien contribuyendo como fuere a España con acciones que a ellos les engrandecían como individuos y a nuestra Patria la engrandecen como nación. 
Por eso nació está sección de "Españoles Olvidados" dentro de la bitácora de "Cultura Hespéride" que en veintisiete días habrá llegado ya a los tres años. Parece como si hubiera sido ayer cuando me embarqué en este proyecto de divulgación cultural, al que complemento con mis estudios universitarios, mi trabajo en el campo y mis colaboraciones en proyectos como "Crónicas Históricas de Requena" o "Historiarum".
De los españoles que hablaré en esta ocasión, poco se ha oído hablar, pero son hombres que a través de su labor divulgativa nos permitieron conocer a los clásicos griegos y a tener una compilación de refranes, proverbios y demás sabiduría popular (Hernán Núñez de Toledo) y a profundizar en los siglos precedentes al XV en la Corona de Aragón (Jerónimo Zurita y Castro, su alumno).

-Hernán Núñez de Guzmán, El Comendador Griego o El Pinciano
Hernán Núñez de Toledo y Guzmán (1475-1553). Latinista, helenista ...
Poco se sabe de su lugar de nacimiento, ya que mientras algunos lo emplazan en la localidad toledana de Illescas, otros vinculan su origen toledano a su padre, Ruy López de Toledo, quién fuera tesorero de los Reyes Católicos desde 1479-1480 y quién acabaría ejerciendo en Granada desde 1494 y siendo regidor del Concejo en 1501, pero que su lugar de nacimiento fue en Valladolid, recibiendo por tanto ese apelativo de Pinciano. Su fecha de nacimiento fue en 1478, y debido al desplazamiento como consecuencia del trabajo de su padre y el duradero establecimiento en Granada, entabló aquí su más estrecha relación.
De lo que se extraen de los pocos datos de su infancia, más allá de la conexión juvenil con Granada, es le contacto en esta misma ciudad con el conde de Tendilla, su protector y amigo; aparte de que por testimonios personales, entabló relaciones con el catedrático de Griego en la Universidad de Salamanca, Arias Barbosa, y con el gran filólogo Antonio de Nebrija, quién fue descrito de forma cariñosa por parte de Núñez de Guzmán como "mi preceptor apenas comenzada mi niñez". No obstante, todos los biógrafos coinciden en que la personalidad más determinante de Núñez de Guzmán fue el conde de Tendilla, Iñigo López de Mendoza, quién era un mecenas que le confió la educación de su hijo Luis Hurtado, a la postre gobernador de la Alhambra y capitán general de la armada en Andalucía. A su mentor le dedicó tres importantes obras como el Comentario a las Trescientas de Juan de Mena, publicado en 1499, y el segundo comentario que Núñez de Guzmán hizo a esta obra en 1505 y la Historia de Bohemia de Enea Silvio. Fue un gran viajante, realizando numerosas visitas a Italia, recordándose su segunda visita en 1505, donde adquirió una ingente cantidad de libros, aficionándose a su compra hasta completar una importante biblioteca. Pero no solo viajó para la adquisición de libros, sino para el perfeccionamiento de sus conocimientos de Griego, siendo discípulo de Filippo Beroaldo, Joviano de Sancta Maura y Battista Pio. No solo sabía latín y griego - siendo esta última la lengua en la que Núñez de Guzmán se prodigó - sino que durante su estancia en Granada, aprendió árabe, hebreo y caldeo, que con las dos lenguas anteriormente mencionadas, se completaban las cinco lenguas bíblicas y se cumplía el ideal de homo trilinguis. Tras la decepción de no haber sido escogido en la Cátedra de Hebreo que se expidió en la Universidad de Salamanca de 1511, dos años más tarde, en 1513, acabó recalando en la Universidad de Alcalá, donde colaboró en la edición de la Biblia Poliglota, para seis años más tarde acabar sucediendo a Demetrio Ducas en la Cátedra de Griego en esta misma universidad. Su apoyo al bando comunero, le granjeó numerosas enemistades y encontronazos que le hicieron volver a Salamanca, donde adquirió la Cátedra de Griego en 1524, sumándose a esta Cátedra la de Retórica en 1527, aprovechando para leer y traducir a Plinio. Finalmente, acabaría jubilándose de su Cátedra de Retórica en enero de 1548, y un mes más tarde de la de Griego. A destacar que él tradujo al geógrafo Pomponio Mela, autor de la trilogía geográfica De situ urbis (Sobre los lugares del mundo).
Como paremiológo - esto es, estudioso del hablar y los refranes vernáculos - utilizó muchas de nuestras castellanas expresiones en sus traducciones. Lo que sí es cierto, es que si muchas obras clásicas nos han sido legadas, ha sido en gran parte, a la cualitativa contribución de Núñez de Guzmán.
Merced a su labor divulgativa desde su juventud, fue comendador de la Orden de Santiago desde 1490. Tal fue su devoción que no solo portó la Cruz de Santiago en vida, sino que pidió ser enterrado con su uniforme.

-Jerónimo Zurita y Castro.
Jerónimo Zurita: Documentos y Archivos de Aragón
Por último, y para empezar introduciendo al otro protagonista de nuestra entrada, hemos de reseñar los famosos Anales de la Corona de Aragón, publicados en dos partes que contaban con dos clasificaciones cada una de las dos partes como lo eran primeros y postreros. Así, como una especie de Tácito de la época renacentista, nos contó el hombre que aquí nos ocupa los pormenores y organización administrativa de la Corona de Aragón y de la época previa a su configuración, cuando esta era todavía un Reino de Aragón.
Nació en Zaragoza, el día 4 de diciembre de 1512, proveniente de una familia que tenía estrechos vínculos con la monarquía, algo que sumado a su capacidad divulgativa le llevó a estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares, recibiendo clases de Hernán Núñez de Toledo. 
No hay que quedarse de forma maledicente con su buena colocación, sino con sus capacidades, para entender hasta donde llegó. Casó en 1537, en Valladolid, con Juana García de Oliván, hija del Secretario de la Inquisición, no dándose más detalles de esta unión, ni siendo esta determinante para su acceso como Cronista del Reino de Aragón el día 31 de mayo de 1548.
Un año antes de su acceso, se creó el cargo que ocupó Jerónimo Zurita por su valía y su entrega. Bajo permiso de los soberanos y Diputados de Aragón en lo que al Reino refería, se dedicó a investigar también la documentación del archivo real situado en Barcelona, lo que llevó a dar a conocer la situación acerca del Patrimonio Real, ganándose la confianza de Felipe II, entonces en Aragón como Felipe I. 
Los Anales de la Corona de Aragón son su obra más importante, comenzándose su publicación en 1562, más la segunda parte en 1578 y 1579, complementándose además con la publicación de los Indices rerum (1578), donde se hacía un seguimiento cronológico de los reyes, y la Historia del Rey Don Hernando el Católico (1580), un humanista e historiador que ejerció como arzobispo de Zaragoza y Virrey de Aragón entre 1566 y 1575, como representante de la Monarquía Hispánica. 
Otro cargo que también ocupó fue el Racional de Zaragoza, siendo nombrado así por Felipe II en 1571, y este cargo significaba ser el supervisor de la contabilidad municipal de la que era capital del reino entonces.
Falleció el día 3 de noviembre de 1580, siendo enterrado en el Monasterio de Santa Engracia. 
Su labor divulgativa era pareja a su deseo de buscar información a través de fuentes primarias - ya se sabe, de publicaciones directas - y de no confiar en lo establecido. Tal es así, que podría decirse que superó y por mucho a Hernán Núñez de Toledo, en lo que a divulgación cultural se refiriera, pues si Núñez de Toledo sentó las bases, Zurita las ensanchó y fue capaz de echar un poco de luz acerca de datos históricos que la gente ya no recordaba. Era el ideal del hombre renacentista: un inquieto que buscaba la divulgación, el conocimiento y la información.

                             JAVIER RAMOS BELTRÁN, A 07 DE JUNIO DE 2.020.

En homenaje de mi querida abuela Luz

Tal día como hoy, hace 91 años, nació mi querida abuela, Dª María Luz García Arenas, fallecida hace ocho meses, el día 1 de abril de 2022. H...