sábado, 31 de julio de 2021

Caravaggio, ¿pintor del pueblo a la par que heraldo de Trento?

Cuadro de Santa Catalina de Alejandría, pintado entre 1596 y 1598, en óleo sobre lienzo, y actualmente expuesto en el Museo del Prado

Para ponernos en contexto, desgranemos la figura de Santa Catalina de Alejandría y el por qué de su importancia como símbolo de la cristiandad. Por su contextualización histórica, algunos han querido ver en ella, una suerte de adaptación a la cultura cristiana de Hipatia, por su cultura y sus dotes para las interpelaciones. No en vano, su festividad, 25 de noviembre, es la festividad de los estudiantes.

Aunque pueda dar de sí una entrada con todos los atributos que tiene esta santa y las más representaciones culturales que se le han hecho, el eje de esta publicación está en torno a si Caravaggio fue un pintor del pueblo a la par que un heraldo de las enseñanzas del Concilio de Trento, concilio que surgió como una forma de mitigar la reforma protestante, a través de una especie de reforma de los principios dogmáticos del catolicismo (por otra parte, la religión cristiana verdadera y auténtica). Santa Catalina de Alejandría, destacó desde muy joven por su inteligencia, por su talento, por su maña en las artes (igual que un servidor, sólo que al menos ella no tuvo que aguantar a un psicológo cantamañanas diciéndole que no le subiría de curso, porque tenía que intentar llevarse mejor con los de su edad), y con sólo 18 años, se presentó ante el emperador Majencio - reinó entre 303 y 312 -, uno de los mayores represores de cristianos, para demostrar su excesivo rigor a todos aquellos que no creyeran en las inicuas y falsas deidades. Majencio, sorprendido pero arrebatado por el brío de una joven, que había osado el defender con argumentos una religión tan perseguida, y por entonces considerada una secta radical del judaísmo. Hay que recordar que Majencio fue el precursor de Constantino como emperador romano, y mientras que su sucesor fue el emperador que promulgó el Edicto de Milán en el 313 dC, que permitió la tolerancia con la fé cristiana, y además era hijo de Helena de Constantinopla, la de la Vera Cruz, quién también sirvió de influencia para su hijo, el emperador que ocupa esta historia, no fue más que uno de tantos emperadores que el declive romano destiló, un tiránico y despótico hedonista, cuyas arbitrarias resoluciones eran fuente de ley. Majencio trajo a los mejores filósofos para que pudiesen rebatir la posición de una joven, que ya estaba forjando su santidad, a través de la resistencia a unos argumentos impuestos, y todo a través de la palabra, logrando que muchos se convirtiesen. La ira de Majencio la llevó a pedir que la torturasen y la asesinasen en la rueda, pero sorpresivamente, ella acabó por destrozar la rueda (como se representa en esta obra), y al final fue mandada decapitar a la torre. Esta santa, anterior en el tiempo a Hipatia de Alejandria, experimentó una pareja mitificación en el tiempo, por representar la victoria de la razón y del conocimiento, que lograba una más efectiva conversión que los espadones. La que hoy en día es considerada una de las catorce santas útiles junto a Santa margarita y Santa Bárbara, vio renacer su creencia en el marco del Concilio de Trento (1545-1563), cuando entre las guerras de la Liga de la Esmalcalda y las de Religión en Francia, afloraba no ya el protestantismo religioso que clamaba contra la 'Gran Ramera de Babilonia' en la que se había convertido la Iglesia Católica, sino que germinaba un protestantismo político, entre aquellos principados alemanes disolutos, tradicionalmente enemistados con Roma, y en la antaño 'très chrétien' monarquía francesa, que amenazaba con descabezar el cesaropapismo y destrozar la hegemonía continental del Sacro Imperio Romano Germánico.

No obstante, del Concilio de Trento hubo cosas interesantes a sacar como el hecho de la normativización de los apellidos, la presencia real de Cristo en la Eucaristía, justificación del camino divino por las obras, la conservación de los siete sacramentos, las indulgencias y la veneración a la Virgen María y a los santos, en contraposición a la iconoclasta religión protestante. Incluso, en el plano del arte, la Santa Parentela acabó por establecer a San Joaquín, 'zanjando' el debate cuasi dogmático de la ascendencia genealógica de Jesucristo. 

En como era Caravaggio como persona, no vamos a entrar. Eso en su día, ya fue enjuiciado por quiénes le acusaron de asesinato por matar a Ranusso Tomacci y, posteriormente, amputarle el pene, o por los que le denunciaron por robar o por enfrascarse en riñas. Sí, le bullía con facilidad la sangre y era muy propenso a las escaramuzas. Pero fue un artista inconmensurable, introductor de la fórmula tenebrista, que si bien se descartó en el barroco del XVII, pudo servir de inspiración para la pintura contemporánea. No obstante, esa componenda de denuncia social y de retratar fidedignamente a la gente, sin importar su posición social, sin importar su localización y sin importar lo sacro de sus imágenes, fue inspiración para Rembrandt, Velázquez o Murillo. Y no era la perogrullada de decir que "había que acercar la Iglesia al pueblo", no. Era hacer de pinturas sacras, pinturas totalmente 'vulgares' y 'toscas', sin divinización de por medio. Y esto era, básicamente, el arte etrusco y romano. Sí, ese arte que no idealizaba narices triangulares, ni cuerpos atléticos, sino que a los patricios y a los emperadores los retrataba/esculpía, como eran en aquel momento, narizones de verruga y prominente papada. 

Y, ya por último, la representación del 'Viaje a Damasco', la 'Conversión de San Pablo', pintada en 1601. Un primer cuadro, no aceptado, provocó que avezadas gentes dijeran: 'Has puesto al caballo en medio, tirando a Saulo, ¿acaso es Dios?' 'No, pero ocupa su punto de luz' respondió Caravaggio. Pablo de Tarso, un gentil de Judea, que a la par que ciudadano romano, profesaba la religión judía, y estuvo - según la tradición cristiana - presente durante el martirio del protomártir San Esteban, autorizado supuestamente por él, siendo uno de los más recalcitrantes judíos, encargándose de perseguir a los seguidores del Nazareno por todas las sinagogas, amedrentándoles para que abandonará su fe, llegando a la muerte siendo preciso. De camino a Damasco, solicitó cartas que le diesen ordenes expresas de perseguir a cuanto seguidor del Nazareno hubiese por esas tierras, y ya partiendo con esas autorizaciones, cayó del caballo, deslumbrado por una luz que aseguró ser Cristo, preguntándole por qué le perseguía. La ceguera momentánea de Pablo de Tarso, paralizó los procesos y persecuciones contra los seguidores del Nazareno, hasta que Ananías de Damasco, le devolvió la vista y lo bautizó - lo cristianó - en su casa-capilla de Damasco. A partir de entonces, Pablo, empezó a ejercer su ministerio por Arabia y por Turquía, siendo en este último país, concretamente en Antioquía, donde empezó a recibir un reguero de paganos que querían convertirse al cristianismo, recibiendo entonces los seguidores de Cristo, el apelativo de 'cristianos'. Se embarcó en hasta tres viajes por Europa, en donde, merced a su ciudadanía romana, pudo acceder al conocimiento de los antiguos, adecuando una religión semita y superficial hasta una religión de razón, protagonizando además el primer Concilio de la Iglesia Católica, el Concilio de Jerusalén en el año 50 d.C., donde se debatió el tema de la circuncisión para los conversos desde el judaísmo, y también a un incidente en Antioquía con Pedro, patriarca de la Iglesia, en el que imponiéndose la visión de Pablo dejó de verse al cristianismo como una secta judía, pues se planteó que los gentiles ('no judíos') que se convirtieran al cristianismo tenían que observar las leyes dietéticas y circuncidarse, lo que implicaba una conversión al judaísmo, algo a lo que el santo que esta parte de la entrada ocupa se opuso. Fue así, como el cristianismo se hizo homologable en Europa, dejando de verse como una religión supersticiosa y semita, como la 'secta-muleta' del judaísmo. Y, en eso, se incidió en el Concilio de Trento, que la religión cristiana verdadera, era la hija de aquella victoria de la visión de Pablo, e incluso se hablaba de que el protestantismo era una vuelta al judaísmo de superstición e iconoclastia. 

Caravaggio, no es que fuese un heraldo de Trento, propiamente dicho, pero aquellas pinturas, fueron encargos religiosos, hechos al pintor más famoso de Roma entre 1600 y 1606, al pintor bajo el que se reunieron todos los pintores jóvenes, esperando ser enseñados por el nuevo maestro de la pintura italiana. Un maestro en cuya pintura se reflejaba la tosquedad, la virulencia, la realidad y las pinceladas fuertes, y la no necesidad de dibujos preparatorios, como en este cuadro de San Mateo

En la pintura del martirio del Evangelista San Mateo, se ve a Caravaggio, al fondo a la izquierda, asistiendo - y documentando - horrorizado el martirio, mientras justo en la parte superior a él, se ve al verdugo, lanzando a un San Mateo que hace la figura de la cruz bajo las piernas de su asesino, entre que es lanzado a una fuente de agua, que, según las Escrituras, regeneraba. No obstante, el gnóstico cristiano, Heraclio, rechazaba la visión de que San Mateo muriese por martirio. Caravaggio, aquí, hizo un alarde del simbolismo, con esa cruz que hacen las piernas de San Mateo bajo su verdugo, un verdugo que violentamente lo sujeta de la mano, mientras todos los espectadores a su alrededor intentan huir, confundidos y atolondrados.


Y, ya por último, el cuadro de la vocación de San Mateo, representa la escena en la que Cristo llama al futuro Evangelista, entonces tasador de impuestos, diciéndole que vaya con él, que le siga. No obstante, la escena está representada quizá en uno de esos momentos de descanso, en una taberna, destacando además una vestimenta contemporánea a Caravaggio, quizá reflejando una crónica de la vida del momento, queriendo Caravaggio hacerse partícipe de ese momento, de ese pequeño momento narrativo, de esa cotidianidad interrumpida por la aparición de lo milagroso, que refleja la Verdad, a imagen del cuadro de San Pablo. La imagen gustó mucho por su naturalidad, pero también fue fuente de críticas. Encargo religioso hecho por Matteo Contarelli para que en su capilla figurasen motivos de San Mateo, siendo el primer gran encargo religioso hecho a Caravaggio, entonces bajo la protección papal. Entre medio de esta pintura - primera en empezarse y la última en finalizarse - y la anterior - primera en finalizarse y última en empezarse - cuelga el cuadro de "La inspiración de San Mateo". A destacar otro cuadro, supuestamente adquirido en su tiempo por Vincenzo Giustiniani después de ser rechazado por los comitentes, y destruido en la Segunda Guerra Mundial, en que San Mateo escribe los Evangelios dictado por un ángel.

Así fue Caravaggio, un "realista" del Barroco, innovador en el tenebrismo y en cuyas pinturas podía representar toda esa violencia canalizada, toda esa rabia, para reflejar una realidad palpable dentro de escenas sacras, dentro de escenas religiosas. Su vida personal, eso ya será otro cantar, peo aquí no nos ocupaba su vida (dentro de la intrahistoria), nos ocupaba su arte.

JAVIER RAMOS BELTRÁN, A 31 DE JULIO DE 2021

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