jueves, 30 de mayo de 2019

Fernando III el Santo, la Lobera y la mística que rodea al "libertador de España"

San Fernando III, San Hermenegido y Santiago Apóstol, la triada de santos de nuestra Patria. Al igual que su contemporáneo francés y primo-hermano, el rey Luis IX - de quién se especula que la calle "Rey de Francia" en Requena toma su nombre, aunque ya tiene la calle de San Luis - fue canonizado y trufa de gobernantes un santoral en el que nos encontramos a otros ilustres como Olaf II de Suecia, Haakon V de Noruega o Enrique II del Sacro Imperio Romano Germánico.
El personaje histórico que ocupa hoy las humildes letras de esta bitácora, nacería un 24 de junio de 1201, en el pueblo zamorano de Peleas de Arriba, siendo hijo de la infanta Berenguela, de quién heredaría la Corona Castellana en 1217, y del rey Alfonso IX de León.
La particularidad de esta unión matrimonial entre Alfonso IX y Berenguela fue que la celebración de este matrimonio era nula, pues el Papa Inocencio III, no había recibido a tiempo las dispensas del impedimento consanguíneo, pues ambos eran primos-hermanos.
Cabe destacar que el ambiente que se vivía entre Castilla y León, a la postre unificadas en 1230, tras la subida al trono de este rey, era un ambiente irrespirable y de continuas tensiones políticas. Si Alfonso VIII de Castilla, abuelo de Fernando III, había liderado la coalición cristiana en la conocida como Cruzada Hispánica contra los moros en Las Navas de Tolosa, León por orgullo y por divergencias diplomáticas, no aceptó participar con ellos, y si no llega a ser por una amenaza de excomunión por parte de Inocencio III, el rey leonés hubiera atacado Castilla.
Aún a pesar de los embrollos consanguíneos, la muerte de su abuelo Alfonso VIII en 1214, que fue precedida por la de su sucesor y tío, Fernando, en 1211, permitió a su tío Enrique I gobernar de 1214 a 1217 en Castilla, hasta su fallecimiento, en la que Berenguela ocupó la regencia y abdicó en favor de su hijo, Fernando III. Entre medias, los partidarios de Berenguela derrotaron a los hermanos Lara, quiénes pugnaron por alzarse con el poder en León.
La herencia recibida por su padre Alfonso IX de León a su muerte en 1230, tampoco fue exigua, pues él había conquistado con anterioridad las ciudades de Cáceres (1227), Mérida (1229) y Badajoz (1230); además contó con una bula favorable, que fue expedida por Honorio III, que consiguió junto a Berenguela y la primera esposa de Alfonso IX, Teresa de León, la conocida como Concordia de Benavente, que supuso la definitiva unificación de Castilla y León. Se intentó, que al igual que su predecesor Alfonso VII de León, recibiese el título de Imperator Totus Hispaniae, pero se rehusó a hacerlo ante el hecho de que surgiesen disensiones con el Sacro Imperio Romano Germánico.
Con Fernando III se produce la mayor expansión de un rey hispánico durante la época de la Reconquista, parejo a su contemporáneo Jaime I de Aragón, con el que les unió una extraña relación, donde siempre primó la colaboración por el bien común a las continuas disensiones, y como se verá después, ambos hicieron un pacto por Murcia.
Bajo su reinado, se empezó reconquistando Úbeda en 1233 y Córdoba en 1235, y posteriormente, tras la entrada de Jaime I en Valencia en 1238, firmó con este rey el Tratado de Almizra en 1244. Posteriormente en 1246, tomó Jaén, y durante los dos años transcurridos desde la toma de Jaén hasta 1248, tomó Sevilla tras un arduo sitio. En su haber están los pactos que firmó con la República de Genóva para hacer de Sevilla una auténtica potencia comercial. Intentó también lanzar una cruzada para recuperar el Norte de África, algo que no consiguió, pues fallecería el 30 de junio de 1252 a la edad de 51 años.
Podría decirse que Fernando III, ha sido sin lugar a dudas, el rey hispánico con más poder en la Edad Media, no es nada exagerado. Con él, Castilla se amplió hasta el Mediterráneo, se formó una Armada al servicio de la Corona, se repobló el valle del Guadalquivir (entre los que participó un tal Domingo Ramos) y se convirtió Sevilla en una gran cuidad, afianzada durante la época del Descubrimiento de América.
En 1622, bajo el reinado de Felipe III, se propuso su canonización, ya que aparte de reinstaurar la atávica tradición eclesiástica en Sevilla, que durante las épocas tardorromana y visigoda, arraigó bastante, participó en la construcción de las catedrales de Toledo y Burgos. Finalmente, el 4 de febrero de 1671, reinando en España, Carlos II, y siendo Papa, Calixto X, nuestro Rey fue canonizado.
Las representaciones hagiógraficas de este santo nos lo muestran empuñando la famosa espada Lobera, en vez del cetro real, demostrando que él fue un rey batallador hasta las últimas consecuencias. La famosa espada Lobera es venerada anualmente de manera procesional en Sevilla, para conmemorar la reconquista de la ciudad a manos de las tropas castellanas. Además, aparece en el escudo de la ciudad de Sevilla, flanqueado por los también venerados San Isidro de Sevilla y San Leandro de Sevilla, encuadrados bajo una corona real y los pendones de las ciudades pertenecientes al partido judicial al establecimiento del escudo. Como se ve, la veneración fernandiana en Andalucía, especialmente Sevilla, supera y por mucho a esas imposiciones islamófilas y masónicas que Blas Infante propuso durante la Segunda República. El día de Andalucía, por mucho que le pese a los progres y demás patulea, es históricamente, 23 de noviembre de 1248, día que la ciudad de Sevilla fue reconquistada por este rey.
Por tanto, y ya en las postrimerías de este día, felicitar a todos los Fernandos, y especialmente, a todos los andaluces, que son hijos de castellanos, no lo olvidemos, por su día. 
Javier Ramos Beltrán
San Juan de Requena, 30 de mayo de 2019

En homenaje de mi querida abuela Luz

Tal día como hoy, hace 91 años, nació mi querida abuela, Dª María Luz García Arenas, fallecida hace ocho meses, el día 1 de abril de 2022. H...