martes, 25 de julio de 2017

El Apóstol Matamoros y su origen. La verdad y los mitos detrás del santo.


¿Por qué esta veneración? ¿Por qué un nombre tan "molón", como diríamos hoy día los jóvenes, para un santo que es patrón de nuestra patria?
Santiago el Mayor o Jacobo el Zebedeo (de ahí las derivaciones que vendrían de Yacob como Jaime, Yago, Diego...) era uno de los doce discípulos de Jesús, y si se le llama El Mayor, era para diferenciarlo de su tocayo Santiago, quién también era uno de los doce discípulos, también conocido como el de Alfeo.
Él y su familia recibieron de Jesús, el apodo de "boanerges", que significa, según Mateo el Evangelista, "Hijos del Trueno". Y todo porque él y su hermano Juan pidieron la destrucción de una ciudad de samaritanos. Además, fue uno de los discípulos privilegiados, ya que fue de los primeros que recibió la llamada de Jesucristo, y cuando este, después de haber resucitado, hizo su último milagro en el Lago Tiberíades.
La leyenda cuenta que alrededor del año 40 d.C., después de haber sido enviado siete años antes a la Península Ibérica para expandir la palabra del Señor, se le apareció la Virgen María en un pilar de un edificio en la ciudad de Caesar Augusta (hoy día, la ciudad de Zaragoza). Si nos remitimos a la tradición cristiana, la Virgen María, todavía en cuerpo presente y mucho antes de su Asunción, dejó como testimonio de su visita una columna de jaspe, que se conoció como "El Pilar". Además, con Santiago viajaron siete discípulos, ordenados obispos por San Pedro y conocidos como los siete Varones apostólicos, a quiénes se les sitúan como acompañantes del Apóstol durante la aparición.
La aparición de María se debe, a que antes de su muerte, le rogó a su hijo estar rodeada de todos los Apóstoles. Al encontrarse dispersos, ella se les apareció a todos ellos en los lugares que se encontraban.
Sigue siendo un misterio, de quién era el cuerpo que el ermitaño Pelayo encontró en 813, en tiempos del rey Alfonso II de Asturias. Santiago fue decapitado y en esa tumba, se encontró a un hombre con la cabeza sujeta bajo el brazo. Alfonso II ordenó construir una iglesia encima del cementerio (compositum), la que es hoy día, la famosa Catedral de Santiago de Compostela.
Y es un misterio, porque se le atribuyen esos restos al obispo gallego Prisciliano, quién fue ejecutado por herejía ya con el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, quién también fue decapitado. De hecho, las primeras peregrinaciones al noroeste de España no se produjeron con el fenómeno de Santiago, sino para honrar a Prisciliano, quién además era un héroe de masas para muchos cristianos. 
Según la leyenda, los restos de Santiago cruzaron el Mediterráneo desde Jerusalén, para después bordear el Atlántico y llegar a Galicia donde fueron depositados. 
Pero por lo que es un patrón y un héroe, es por ser punta de lanza contra la morisma. Yo jamás criticaré las apariciones espirituales, y yo que soy científico, pero no cientifista, todo esto escapa a mi conocimiento, y algo así, es solo por la unión espiritual, una llamada de todo un grupo a la que acude su protector.
Y sí, la batalla de Clavijo jamás sucedió, pero si que sucedió que Ramiro I de Asturias fue uno de los más fervientes enemigos de la arabesca, ya que estos, demostrando desde los albores de los tiempos que no eran más que una banda de pervertidos malgastadores, recibían tributo de los reinos cristianos, hasta que el rey asturiano les cortó el grifo, por decirlo de alguna manera, al no pagar ningún tipo de tributo, ni siquiera ese infame tributo de las Cien Doncellas para que Abdelrramán II se divirtiera a costa del sufrimiento de inocente gente. Por eso mismo, y para demostrarle quién mandaba, se dirigieron a una batalla, y además estando ínfimos en número, contra la arabesca, comandada por Abdelrramán II. Siendo inferiores en número y rodeados en el valle de Nájera, tuvieron que refugiarse en el Monasterio de Clavijo, donde Ramiro tuvo la aparición de Santiago, quién le confió que aparecería en la batalla montado a lomos de un caballo blanco. Finalmente, los castellanos lograron vencer.
Se llama la Batalla de Clavijo, porque en esa ciudad riojana se establecía la sede de operaciones de las tropas castellanas. Está situada en el Monte Laturce.
Al igual que aquí en Requena con la aparición de San Julián, hay más de fantasía que de realidad, pero solo un poquito más, pues una vez más, vemos como la realidad siempre tiene algo de fantasioso. Esa batalla en realidad se refiere a las dos de Albelda de Iregua, fechadas en el 853 y en el 859.
A partir de entonces, el Santiago que vemos, ya no es solo un apóstol con la concha, sino a un caballero luchador y aguerrido montado a lomos de un corcel blanco imbatible e impasible y portando una inmaculada Cruz que casa con su valores, que son los mismos que los de España.
Y veremos también como se procede a una rutinaria peregrinación desde distintos puntos de Europa hacia Santiago, una de las peregrinaciones más reconocidas, y que además hizo que se promulgara una bula en el año 1177, recogiendo una orden de Inocencio III (fallecido mucho antes de la proclamación de esta bula) en la que si el 25 de julio caía en domingo, los peregrinos que hubieran ido a Santiago, recibirían los mismos dones que si peregrinaran a Roma. 
El camino jacobeo es una de las mayores peregrinaciones católicas, más importante incluso que las que se hacían a Jerusalén. 
Por eso, hoy día de nuestro Apóstol, gritamos a viva voz: ¡Santiago y Cierra España!
Una vez más, veremos al apóstol montado sobre un corcel blanco, portando el estandarte de la inmortal España y derrotando a nuestros enemigos.

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