domingo, 3 de noviembre de 2019

El samhain o fin del verano, precursora de la actual víspera de Todos los Santos

Se celebra Halloween, miles de calabazas y de nabos tallados que aparecen en los garajes de las casas, el "truco o trato" de niños disfrazados de fantasmas, brujas y otros elementos del más allá. Jolgorio entremezclado con ambientes luctuosos y tenebrosos, sin reparar siquiera en el origen, únicamente en esa concepción consumista que nos llega desde Estados Unidos. No obstante, el Halloween - más bien el Samhain, su precursora - es la inspiración de la Fiesta de Todos los Santos, una de tantas fuentes célticas de la que bebió el cristianismo, primera religión que traspasó su ámbito de nacimiento hasta consolidarse en Europa.
El Samhain conmemoraba el final del verano - época de cosecha - y el paso al invierno, con el almacenamiento de provisiones para la estación que se avecinaba y sacrificio de animales, pero no se conmemoraba únicamente el fin de una temporada, sino también la conexión y la comunicación con los que ya se habían ido definitivamente de la vida terrena.
Al acabarse el tiempo de cosecha, los días iban a ser más cortos y las noches iban a ser más largas, generando en ellos la creencia de que los espíritus de los muertos volverían a visitar el mundo mortal, por lo que encendían hogueras para ahuyentar todo tipo de amenaza sobrenatural que pudiese surgir.
Complementario a esto, se iban recogiendo alimentos de las casas que acopiaban en un nabo de grandes proporciones con orificios que representaban al espíritu al que habrían de ofrecerle esos alimentos en la hoguera. 
Estas tradiciones, mucho anteriores al marketing y que repercute en un uso cansino y reiterativo de esta festividad, ya aparecían recogidas en códigos y escritos del siglo II d.C., tal y como relatan los romanos. En España, la celebración del samhain es bastante anterior a la introducción del cristianismo, y no únicamente se celebró en las zonas célticas como Galicia, Asturias y demás pueblos de la cornisa cantábrica, sino que también existe constancia de la conmemoración de esta festividad por territorio celtíbero, que comprendía la Alcarría, las Serranias conquense y valencianas, la provincia de Teruel y la Manchuela conquense - y valenciana, correspondiendo también a nuestra comarca. Por lo menos, en Asturias y Galicia, zonas de España con una mitología céltica peculiar y bastante diferenciada de las zonas célticas "tradicionales", quedan escritos y pruebas gráficas de la celebración de esta festividad, que llega a impregnar incluso las famosas Hogueras de San Juan, otra conmemoración de cambio de estación, donde entran en liza, los seres mitológicos tales como las xanas, los trasgos y las cuélebres
La romanización, y posterior cristianización, de las zonas célticas, no fue un lastre para esta festividad, ni tan siquiera en España, que se adaptó para ser la Víspera de Todos los Santos, una festividad que en cierto modo va en contra de algunos preceptos del cristianismo referentes a la muerte (apariciones de malos espíritus, por poner un ejemplo), pero que es también la clara muestra de que esta religión se diferenciaba de su raigambre semítica y mostraba una clara adaptación a las costumbres europeas, no en vano, el cristianismo (Jerusalén) suma junto a la estadista Roma y la artística Atenas, la creación del legado de nuestro continente. Simplemente, el cristianismo le dio una versión menos supersticiosa con la eliminación de los sacrificios humanos, pero igualmente trascendental con ese recuerdo a los nuestros que, presencialmente ya no están, pero si lo están en alma y en espíritu, y es menester el honrarles con lo mejor de nosotros. 
Si a mi me molesta la excesiva y reiterativa celebración de esta festividad, especialmente por abejarucos barbilampiños y hasta de más juventud, no es por el hecho de que sea "pagana" o una "herejía" ni esas historias, sino porque no se tiene en cuenta la trascendencia que esta evoca y nos inspira, y mucho menos conocen su origen histórico, que es mucho más español que muchas otras costumbres.
Si ha recibido la notoriedad que recibe - especiales de Halloween en cómics y los celebérrimos de Los Simpsons que nos han mostrado auténticas obras de arte - es en gran parte gracias al gigante americano. La emigración irlandesa producida en tropel desde el XVIII, como consecuencia de las hambrunas que provocaba una Gran Bretaña genocida y disolvente de pueblos, fue la que popularizó el uso de la calabaza. Se fueron esperando encontrar un futuro mejor y no encontraron nabos, sino que con lo que encontraron, tales como calabazas, se "apañaron", que se diría en mi pueblo.
Un poco tarde llega esta entrada, casi para la Noche de Guido Fawkes, que se celebra mañana y que son las 'fallas' británicas, pero espero haber esclarecido todo en cuanto surge a esta historia. Gracias a los estudios del 'celtista' Ramón Sainero que insistía mediante datos en la conexión entre la Península Ibérica y las Islas Británicas, y que inspiró la anterior entrada de mi blog dedicada al rey Breogán, padre no solo de la nación gallega (como reza su himno), sino también abuelo de los irlandeses.
Quiero dedicar esta entrada a todos los miembros del Tercio de Castelnuovo y a todos aquellos que han apoyado "Cultura Hespéride", especialmente a mi buen amigo utielano D. Jorge de Fez Yeves, a quién le comenté estas curiosidades históricas, y a mi prima, Dª Laura Serrano, quién ya me orientase en su día para la realización de esta entrada.

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