viernes, 8 de mayo de 2020

El III Concilio de Toledo, precursor de la unidad espiritual de España con la Catolicidad.

La historia de España y de la religión católica - entendiendo a la Iglesia Católica Apostólica Romana, redundancia los tres conceptos, como la única Iglesia legítima - ha sido una historia que, conceptualmente, ha sido concebida como de amor y de entendimiento, pero sobre el papel - y tenemos los claros ejemplos de las intrigas de los monjes cluniacenses para la disgregación del Portugal del Reino de León, la cruzada contra el Reino de Aragón por supuestamente haber patrocinado la 'herejía' albigense, la época del Imperio Español o de la intención de Pablo VI, el papa 'conciliar', de excomulgar a Francisco Franco - han sido relaciones tumultuosas. 
Tres Culturas: III Concilio de Toledo
La primera vinculación de España con el catolicismo - y algunos han querido ahí también 'fabular' acerca del posible nacimiento de España como nación - se hace en este III Concilio de Toledo, cuya convocatoria se previó para el día 7 de abril del 589, siendo Recaredo I, rey de España.
Cabe recordar, que Recaredo I se convirtió al catolicismo en el año 587 junto a toda la nobleza visigótica, abjurando de la fe arriana que siempre había acompañado a los visigodos. Aquello fue influencia de su hermano Hermenegildo, quién se sublevó del 580 al 584 contra su padre Leovigildo I, quién jamás asumió la conversión al catolicismo de su hijo, el primero en apostatar del arrianismo, debido a influencia de su mujer, la franca Ingundis y de San Leandro de Sevilla.
                                            San Hermenegildo, instantes antes de morir.
A imagen y semejanza del emperador romano Constantino en el siglo IV d.C. en el Concilio de Nicea, Recaredo I, se sentó como rey entre los obispos, demostrando una imagen de poder y dando trascendencia a este acontecimiento que ya no vinculaba únicamente a suevos y visigodos, sino también a toda la curia y cuerpo doctrinal.
Entre las novedades que se introdujeron en este Concilio, estaba el levantamiento de la prohibición de la celebración de sínodos y luego otras medidas bastante drásticas como la compilación de veintitrés artículos, donde se condenaba la herejía arriana, en el "Edicto de Confirmación del Concilio", donde se estipuló la confiscación de bienes y el destierro, sanciones que iban aparejadas al incumplimiento de lo que esta recopilación contenía, o la introducción y popularización de la cláusula "filioque", en el momento de rezo del Credo, ya que hasta aquel entonces - y por influenica del Concilio de Constantinopla - el Espíritu Santo era proclamado como procedente del Padre, sustituyéndose esta afirmación por la ahora conocida de "en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del padre y del hijo" - en el latín original "et in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem, qui ex Patre Filioque procedit" - y que se convirtió en obligatorio para todos los conversos desde el arrianismo. Sin embargo, y aún a pesar de pasar por Francia, el Sacro Imperio Romano Germánico o el norte de Italia, hasta 1014 no sería su final aprobación en Roma, y que fue uno de los argumentos esgrimidos para cuarenta años más tarde, en 1054, romper definitivamente con los patriarcas de Oriente de la suprema autoridad de Roma, precursora de aquella famosa Querella de las Investiduras. Incluso, el modo de vida germánico se llegó a abandonar, produciéndose una "romanización" superior y más rápida que desde la conquista romana de la Península Ibérica. Se declaró anatema al arrianismo, abrazándose la fe católica, teniendo en cuenta los precedentes de los Concilios de Nicea, Constaninopla, Éfeso y Calcedonia, conminando a que godos y suevos fueran instruidos en la única fe verdadera a nuevos efectos.
Fue una total ruptura con todo lo arriano y en definitiva, con toda la cultura germánica, una cultura que por otra parte había admitido e incorporado todo lo de sus precursores romanos, como así lo atestiguará el "Liber Iudiciorum" o Fuero Juzgo que en el 654 d.C., bajo el reinado de Recesvinto I, que en cierto modo venía a "mejorar" el Breviario de Alarico y el Código de Leovigildo, los principales cuerpos jurídicos de la España visigótica. Tanto fue así que se ofrecieron dos versiones contrapuestas, del Leovigildo padre como alguien batallador y aguerrido - bastante injusto, pues él si que puede considerarse un auténtico Padre de la Patria, ya que con él puede empezar España - se presentó Recaredo como un rey pacífico y religioso.
Se opusieron únicamente el obispo arriano de Mérida, Sunna, y los nobles godos, Segga y Vagrila, quiénes intentaron asesinar a Masona, obispo católico, y a Claudio, dux de Lusitania, quién ante la asonada de Segga para ser rey, sofocó su rebelión y le castigó cortándole las manos, haciendo que Vagrila, temeroso, tuviera que refugiarse en la Basílica de la Santa Eulalia de Mérida, para posteriormente ser indultado por el obispo arriano de Masona.
El arrianismo - herejía de la Iglesia Católica, surgido en el siglo III d.C., que negaba equiparar en divinidad a Cristo con Dios Padre - acabó por desaparecer completamente de la vida pública, permaneciendo más como una rémora del pasado que como uno de los elementos configuradores de la primera España.
En conclusión, este Concilio no fue únicamente el precursor de la unidad espiritual de España con la Catolicidad - se considera al padre de la nación española a Leovigildo, recordemos - sino que también introdujo novedades como un catecumenado más profesionalizado, la celebración de sínodos y la introducción de "...y en el hijo"
JAVIER RAMOS BELTRÁN, A 8 DE MAYO DE 2.020

Fuentes bibliográfica:
espanaenlahistoria.org
Hernández Villaescusa, Modesto (1890). Recaredo y la unidad católica. Estudio histórico-crítico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En homenaje de mi querida abuela Luz

Tal día como hoy, hace 91 años, nació mi querida abuela, Dª María Luz García Arenas, fallecida hace ocho meses, el día 1 de abril de 2022. H...