miércoles, 20 de diciembre de 2017

Españoles Olvidados (I). Jerónimo de Ayanz y Juan Roget.

Quiero empezar una sección de "Españoles Olvidados", compatriotas que han hecho grandes cosas por nuestro país y que, desgraciadamente, tienen apenas dedicada una página en la historia. Hay muchos sin duda, encabezados por alguien que hace apenas cuatro años dejó de ser un desconocido y al que se le supo reconocer su valía, tras luengo tiempo adoleciendo en el patíbulo de nuestra historia patria, Don Blas de Lezo y Olavarrieta, de quién yo tuve el honor de hablar para Historiarum, y por supuesto, el honor de ser plagiado letra a letra por mi tocayo Javier Somalo en Libertad Digital. Pudiera ser casualidad o no, pero cuando yo empecé a hablar de este HÉROE, empezaron a salir libros sobre Blas de Lezo que se publicaban, se habló de la posibilidad de una época... Uno mira eso y se da cuenta de lo grande que puede llegar a ser un sentimiento y las ganas de entender y comprender.
Pues bien, un personaje histórico que yo ya conocía con anterioridad como era Jerónimo de Ayanz y Beaumont, ganó notoriedad en una cuenta de Instagram: @lahistoriaesmeme, a la que desde aquí le quiero mandar un saludo por la atención prestada, y sobre todo, por atender a mis peticiones.
Sin más dilación, hablemos de Jerónimo de Ayanz y de un coetáneo suyo, Juan Roget, otro pionero, pero este en el supuesto hecho de la invención del telescopio.
A rasgos generales, conocemos que Ayanz diseñó en bocetos los primeros modelos de una máquina de vapor y que se acabarían materializando en 1606, no sabemos si Thomas Savery los "tomaría prestados", pero de buena tinta sabemos lo parecidos que son ambos modelos. Era tanta la genialidad de este hombre que diseñó un submarino (como haría dos siglos después nuestro querido Isaac Peral) y una campana de bucear.
Por eso, se ha ganado el merecido apelativo de Da Vinci español, porque al igual que él, fue un polimata empedernido.
Jerónimo nació en la población de Guenduláin en Navarra en 1553, hijo de Carlos de Ayanz, capitán de guarnición de Pamplona, y Catalina de Beaumont, una noble francesa. Fue un destacado militar y de hecho, llegó a evitar una tentativa de atentado contra Felipe II, recibiendo de manos de este la Orden Militar de Calatrava. Su inventiva va acorde a su cargo de Administrador General de las Minas del Reino, cargo que detentó desde 1587.
Su primer invento, con función práctica, fue un sistema de desagüe para las minas mediante un sifón con intercambiador, en el que el agua contaminada debía de dar suficiente energía para que el agua acumulada en las galerías se elevara. Todo esto, lo hacía por dos problemas que las minas tenían en aquella época: contaminación del aire en su interior y acumulación del agua en las galerías. Este sistema fue la primera aplicación de la presión atmosférica, utilizando la fuerza del vapor de agua que ya se había utilizado con anterioridad por Herón de Alejandría, contando con la añadidura de que en la catedral de Reims y otras catedrales francesas tenían elementos parecidos. De un valor incalculcable es esta invención de Jerónimo, pues hasta medio siglo después no se descubrió la teoría de la presión atmosférica por Torricelli. Inventó también el "aire acondicionado" con este mismo efecto, ya que pretendió enfriar aire por intercambio con nieve y dirigirlo al interior de las minas, y los puso en práctica en las minas de Guadalcanal en Sevilla.
También una brújula que establecía la declinación magnética, un submarino (que originalmente era una bomba para desaguar barcos), bombas para el riego, molinos de rodillos metálicos, mecanismos de transformación del movimiento para poder medir el "par motor" (tendencia de una fuerza para girar un objeto alrededor de un eje) y que se retomaría en los siglos XVIII y XIX. Y por supuesto, un traje de buceo, probado por vez primera en 1608 en el Río Pisuerga, en Valladolid, por aquel entonces capital del reino y que fue observado con asombro por parte de Felipe III desde sus galeras. El traje de buceo, como curiosidad, fue previamente planeado y dibujado por Da Vinci. Falleció en 1613, y en el Archivo General de Simancas podemos ver algunos de sus bocetos, donde contemplamos avances técnicos que hasta el siglo XIX no se plantearon.
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Este es el sistema utilizado en las minas, como podemos ver el nivel de agua de la mina que está acumulada llega donde el vapor, y como consecuencia de la presión, el agua sube. Cortesía de ebuenasnoticias.com






El siguiente del que hablaremos sera de un francés aficando en Gerona y con nacionalidad española, llamado Juan Roget, a quién algunos atribuyen la invención del telescopio, por una declaración testamentaria como principal base, donde decía que le legaba a su mujer, "una ullera llargavista" que bien podría ser un telescopio o una lupa, aunque la traducción del catalán al castellano no ofrece atisbo de duda "anteojo largavista decorado con latón".
Este testamento está fechado en 1592, veintidós años antes de la muerte de Roget. En verdad, no era muy díficil hacer un telescopio o "elemento de espiar" por aquel entonces, cualquiera podía con lentes cóncavas -la mirilla- y convexas -el objetivo- construir un catalejo, de hecho desde 1286, primera datación, se tiene constancia que se hacía en Italia. La primera aparición de Roget es de un libro publicado por un viajero italiano en 1612, quién hacia referencia a él como un viejo maestro de lentes gerundés que le había enseñado un telescopio enmohecido y los bocetos de su construcción, todo en una época en la que había una gran polémica por la invención del telescopio, ya que se le atribuía (y se le sigue atribuyendo) al alemán Hans Lippershey, aunque apareció gente como Janssen, Metius y otros tantos desconocidos con un invento que alcanzó tanta popularidad, llegando a ser el instrumento de Galileo Galilei, que lo utilizó para descubrir las fases de Venus o los cuatro satélites principales de Júpiter. Como vemos, ya entonces había polémicas hasta con un instrumento que no estaba tan desarrollado como ahora y que no era tan magnificiente, aunque si igual de práctico (o más, porque lo descubierto por Galileo ha trascendido las épocas aún a pesar de nuevos descrubimientos).
El objetivo de todo esto es callar la boca a todo aquel que intenta desprestigiarnos a los españoles y a nuestra genialidad. Fácil es ir vociferando como un imbécil que un riojano pegó un palo a un mocho y lo llamó "fregona" o de la invención del futbolín, sí, eso se inventó en España y es de utilidad, sobre todo esto último, especialmente para los críos garrulos y señoritingos orondos que mientras se distraen echando una monedita para jugar un imaginario Mandril-Farsa no dan por culo en el agua de la piscina. Pero el submarino de Peral, el autogiro de De La Cierva y las incalculables invenciones del navarro ilustre, eso también es nuestro, es útil y primigenio. Y si injusto se fue con Blas de Lezo, con Isaac Peral, de quién quiero hablar en esta sección y ocupará un puesto de prestigio, se rebasó la línea de la injusticia y la inquina, pues no vendió la patente del submarino ni a ingleses, ni a americanos, ni a alemanes, pudiendo hacerse de oro, solo por su amor a España, una (anti)España partitocrática y corrupta que lo rechazó por no considerarlo útil.
¡Felices Fiestas a todos y Viva España!
Fuentes:
El País (elaboración de la biografía de Juan Roget)
ebuenasnoticias.com (bocetos de Ayanz)

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