sábado, 1 de julio de 2017

Reconquista y Cruzadas. Verdades y mitos.

Pues nada, hoy empieza mi labor divulgativa, después de un día de parón y de reflexión, empezaré hablando de dos hitos que marcarían la Edad Media y la historia venidera. Me refiero a la Reconquista, que los reinos cristianos (más bien europeos) de la Península emprendieron contra los invasores árabes; y a su homóloga, las Cruzadas, que fue más multitudinaria y que podría considerarse como la primera coalición europea como Oriente, para recuperar los lugares de Tierra Santa que estaban en manos de judíos y de moros.
También importante para profundizar en estos temas, es que la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, se consideró una "cruzada" (La Gran Cruzada Hispánica), debido a que contó con ordenes militares profesionalizadas del resto de Europa, aparte de voluntarios franceses, occitanos y portugueses, así mismo como una coalición de los reinos españoles (Castilla, Aragón y Navarra). Es más, Inocencio III, financió la campaña de Alfonso VIII y pidió encarecidamente a todos los reinos cristianos que actuaran. Además, su trascendencia era crucial, pues suponía desnivelar la balanza a favor de los reinos ibéricos, ya que entonces los almohades dominaban España del sur para arriba. Con esto, lo que intento decir, es que muchas veces esos conceptos, tan similares entre sí por su noble objetivo y contemporáneos, fueron de la mano y de hecho el término "cruzadas" es algo ambiguo, pues ha sido usado -mucho después de las guerras medievales (p.ej: nuestra Guerra Civil fue catalogada por el bando nacional como "cruzada nacional" y de hecho, técnicamente fue otra Reconquista).
En realidad, las primeras guerras que se mantuvieron en Occidente contra los árabes fueron tras la muerte de Mahoma en el 632, en el que sus seguidores se hicieron con prácticamente toda la Península Arábiga, Egipto y el norte de África, y además estuvieron a punto de tomar Constantinopla.
Su invasión a Europa es contemporánea de una era en la que nuestro continente estaba buscando encontrarse y volver a la senda de grandeza de años pretéritos. Europa en aquellos momentos estaba deshecha y en las naciones únicamente había guerras civiles, pues la identidad nacional de muchos pueblos estaba forjándose.
Cuando los moros entraron aquí en España en el 711, en nuestro país imperaba un guerracivilismo constante. La monarquía no era hereditaria en muchos casos, es más, había traiciones familiares, incluso entre hermanos, para ver quién podía quedarse con el trono. No solo estaba el caso de San Hermenegildo, decapitado por su padre al convertirse al catolicismo, sino que durante los años posteriores al caso de aquel rey, nos encontrábamos con auténtica corrupción y traición. Citando a Pío Moa, nos encontramos con el hecho de que el primer (y probablemente único) rey visigodo que veló por una identidad nacional, por una soberanía reflejada en su país, más que la dicotomía señor dominante-vasallo, fue Leovigildo. Se podría decir, que muchos reyes cristianos posteriores intentaron recuperar la proposición unificadora de Leovigildo y que la identidad nacional se fue forjando por aquel entonces.
De hecho, podríamos considerar hasta la invasión mora de España en el 711 como una guerra civil, pues el conde de Ceuta, Don Julián, no era fiel al por aquel entonces rey Rodrigo, sino a su antecesor Witiza, y a él le interesaba descabalgar al rey, por lo que no dudó en apoyar a los invasores árabes.
Se ve que ya en la Edad Media, había políticos como los que abundan ahora; antioccidentales y maurófilos.
Después de la derrota en Guadalete, Rodrigo y su corte tuvieron que ir retrocediendo, haciendo que los moros conquistaran fácilmente los territorios norteños, muchas veces sin resistencia y otras veces mediante pactos.
Tan solo quedó aislada la zona del Cantábrico, que es de donde se empezó a articular la resistencia de otro rey godo Pelayo que quería recuperar terreno. La primera derrota musulmana en suelo europeo (que no occidental) fue la que les infligieron las tropas de Don Pelayo en Covadonga, dando el pistoletazo de salida a lo que sería una recuperación progresiva del terreno español.
La Reconquista no solo tiene a España y Portugal como puntos de referencia, sino que el Rosellón, también fue protagonista de otra derrota que le inflingieron a los moros en el 732. Las tropas de Carlos Martel repelieron al Califato Omeya y a los mercenarios bereberes, impidiendo así que pudieran avanzar más.
De hecho los puntos claves de la Reconquista (en la que también intervinieron los francos) serían Covadonga (722), Poitiers (732), Simancas (939) y Navas de Tolosa (1212). Batallas cruciales para evitar la dominación musulmana.
Sin embargo, la Reconquista no fue todo lo idílico que se esperaba. Es cierto, que tuvimos héroes que destrozaron por completo a las huestes moras o como generales temibles de la talla de Almanzor, acabaron bajo los suelos; o también como los vecinos de Simancas (Valladolid) en el 939, temiendo por sus vidas y defendiendo a sus familias fueron capaz de provocar un estrépito en las tropas del poderoso Abdelrramán III (quién por cierto, tenía muy poco de árabe, ya que era hijo de una esclava vasca y rubia). Pero también es cierto, que el ser mercenario estaba a la orden del día, que muchas veces hubo integración por conveniencia y que muchos reyes cristianos y soldados pagaban tributos a los moros, así como al revés, pues muchos reyes tenían mercenarios judíos y bereberes. 
Por poner un ejemplo, Rodrigo Díaz de Vivar "El Cid", un héroe español, al que muy a mi pesar he de decir la verdad sobre él, y es que era un mercenario. Fue leal, pero no fiel. Es cierto que tuvo que sufrir un exilio y aguantar que a sus hijas las mancillaran para demostrar lealtad a Alfonso VI, como se la mostró a su hermano y antecesor, Sancho IV; pero muchas veces trabajó para emires, como el de Sevilla. Aunque El Cid, representaba lo característico del héroe germánico: un señor noble y leal, que sin embargo también era muy autónomo. Y así se demuestra cuando conquistó Valencia en 1094 y estableció un señorío independiente que duró hasta 1102 (tres años después de su muerte).
Era normal que se intentaran buscar pactos, no solo para que la influencia árabe mellara, sino para que también se consolidara el poder cristiano, sin embargo, lo que prevalecía era siempre el combate. Y dentro de la Reconquista, hubo guerras de poder entre los distintos reinos cristianos, que no dudaron muchas veces en traicionar su objetivo para ganar poder.
La Reconquista, más que una guerra, y estando puesta en mayúscula por mi parte, fue una etapa histórica, con paces periódicas y efímeras, pero que demostró muchas veces de lo que era capaz una comunidad nacional e histórica. Y de hecho, la identidad de España apareció entonces, ya no como un ente físico y burocrático, sino como un ente espiritual, al cuál había que acceder porque era el fin último, más allá de toda religión y que solo contemplaba a sus ancestros germánicos. Ya lo dijo el conde de Barcelona, Ramón Berenguer: "Cataluña es un reino de España". Y no le faltaba razón. La Reconquista es parte crucial de la historia de España y representó como siempre la típica lucha Occidente-Oriente desde los inicios de la civilización. Aún a pesar de que no todo fue un camino de rosas, de que no siempre se cortaron cabezas a los moros y de que no hubo muertes heroicas, se destaca el empeño de ciudadanos y de poblaciones enteras para repeler ataques sarracenos.
La Reconquista fue un cruzada a nivel nacional, pero que sin embargo supo servir de ejemplo a Europa y a la civilización occidental, porque les forjó una identidad que permanecía perdida con el tiempo y que supo aunar lo mejor de la sangre germánica y la latina.
Sin embargo, las Cruzadas, aún siendo un período histórico y siendo este un nombre para la historiografía, algo inexacto para relatar las guerras, más que él poner por bandera la identidad nacional, atendió muchas veces a intereses económicos (de hecho, en la Reconquista hubo batallas que se libraban por ese motivo y una gran infinitud de guerras son provocadas por este motivo). En las Cruzadas, si que hubo bastantes traiciones y mercenarios a raudales, incluso los principales objetivos de los templarios no eran los selyúcidas y zanguíes que hacían todo tipo de pillerías con las iglesias orientales y con sus ciudadanos europeos, sino sus hermanos de sangre noreuropeos solo por no convertirse al cristianismo. Las Cruzadas si que tuvieron bastante aspectos negativos, ya que no fueron siquiera occidentalistas, sino una excusa del Papado para que la mejor sangre europea fuera a morir para defender no ya su fe, sino su posición estratégica y comercial. El famoso grito "¡Deus Vult!", que era un clamor heróico y multitudinario, es lo único a lo que hoy día se asocian las Cruzadas. Una empresa que aunque sirvió para que Oriente supiera que sí a Occidente se le provocaba, este los aniquilaría hasta en su madriguera, acabó con una derrota estrepitosa de los cristianos a manos de los musulmanes, quiénes muchas veces hicieron lo que quisieron con nuestras tropas.
Incluso, muchos cruzados traicionaron sus ideales de ascetismo, honor y lealtad, por cobardía o simplemente porque fueron tentados por los perniciosos dirigentes árabes.
En las nueve campañas, solo una victoria fue para los cristianos, mientras que los moros ganaron seis, otra fue entre europeos mermando el territorio bizantino y otra acabó con tratados que fueron favorables para ambos bandos.
La Primera (1096-1099) acabó con victoria cristiana y con Occidente "partiendo el bacalao", y entre los 45 años del final de la Primera y el inicio de la Segunda, entraron en liza, las poderosas tropas vikingas de Sigurd I, también conocido como El Cruzado o El Peregrino de Jerusalén, ya que fue el primer rey que encabezó una cruzada. Sigurd I, merced al espíritu aventurero de su sangre nórdica, llegó hasta Santiago y hasta Lisboa, donde se hizo con riquezas y en esta última, logró someter a los árabes a su voluntad (al estilo de El Cid en Valencia), y algo importante para España como fue la conquista de Mallorca en una coalición entre Pisa y los condados de Cataluña en 1115.
Sin embargo, las sucesivas cruzadas no fueron un éxito para los cristianos. La Segunda, aunque se saldó con las conquistas de Lisboa, Tarragona y Almería, hizo que los almohades tuvieran una inusitada hegemonía tras la caída de los almorávides y que el Imperio Bizantino recelara de los templarios, pues estos se habían dedicado en Constantinopla a violar mujeres y a romper monumentos históricos en lugar de combatir. 
En la Tercera (1187-1191), los bizantinos y el Reino de Sicilia ya se pusieron del lado de los sarracenos, y Jerusalén siguió en manos musulmanas, lo cuál hizo de esta empresa un fracaso mucho mayor que el anterior.
La Cuarta (1198-1204) ya no fue una guerra entre cristianos y moros, sino ya entre los estados de la Europa Oriental contra la Occidental, que desembocó en la creación de un Imperio Latino que duraría hasta 1261, y que se cimentó sobre las posesiones que los cruzados occidentales tomaron de Bizancio.
En el intermedio de la Cuarta y la Quinta, se produjo la fantástica Cruzada de los Niños, nadie sabe hasta que cierto punto era real, pues en muchos combates medievales, participaban niños que estaban en edad de realizar guerras. Aquí se vio de todo, como visiones de santos por parte de los muchachos. Además, los Estados Pontificios consiguieron aniquilar por completo a la orden de los cátaros.
La Quinta (1217-1222) acabó con Egipto estableciendo pactos de paz con los reinos europeos. Y la Sexta, que comenzó en 1228, que tuvo a Friedrich Rothbart, como uno de sus héroes, acabó otra vez con victoria mora, pero eso sí, Jerusalén volvió a manos cristianas por primera vez en mucho tiempo. 
Las siguientes cruzadas, ya fueron casi intentos personalistas de reyes como el de Luis IX con la Octava, que acabó sin la conversión del emir de Túnez al cristianismo como el deseaba, pero que le sirvió para ser canonizado como santo. Entre medias, la Séptima, en la que los sarracenos volvieron a ganar.
En la Novena Cruzada, se produjo un desastre estrepitoso, pues ya se cejó en el empeño de dominar Oriente, además de que los principales enemigos que tendrían entonces los mamelucos y sarracenos ya no seríamos los europeos, sino los mongoles.
Mi reflexión final sobre ambas, es que hay mucho de verdad y mucho de mentira.
La Reconquista no fue una guerra, fue un período histórico y "a la española", que sin embargo fue bastante más productivo para Europa que las Cruzadas y fue la que hizo que muchos árabes ni se atrevieran a volver a Europa Occidental durante mucho tiempo. Además durante este período de tiempo se posibilitó el crecimiento de una identidad nacional y de que España, curiosamente un país al que se le achaca ser uno de los más retrasados de Europa, fuera la primera nación europea en forjar su fin último. De hecho, que hoy estén Portugal y Andorra, habla de que la reunificación no ha acabado, y no digamos ya de que la Pérfida Albión esté establecida en Gibraltar y todo por un papelito llamado Tratado de Utrecht firmado hace 300 años.
La Reconquista enseñó también al mundo de lo que eramos capaces los españoles, no ya sus dirigentes, sino nosotros como pueblo. De hecho, muchos invasores debido a su mezcla con la aristocracia, empezaron a tener rasgos y pensamientos germánicos y europeos. Las Cruzadas en cambio, si se quiere rescatar algo heroico de ellas, únicamente el Deus Vult y las intenciones de demostrarle a los moros que a Occidente no se le tocaba un pelo y que habría que ir hasta Oriente a demostrarles quién mandaba. Porque muchas cosas ni se cumplieron, hubo bastantes traiciones y al fin y al cabo, poco les importó que el Califato fatimí, que por mucho que permitieran otro tipo de expresiones religiosas, que atentaba con la integridad occidental estuviera un siglo antes de las cruzadas. Incluso a Aragón se la tuvieron jurada, ya que el Papado y Francia se aliaron contra este reino, ya que veían con recelo su expansión mediterránea. Siendo este un ejercicio de egoísmo económico, incluso por la Santa Sede, que ya entonces estaba empezando a mostrar esbozos de ser la famosa ramera de Babilonia.
Finalizada aquí mi primera entrada divulgativa y con mis reflexiones, intentaré que mucha gente aprenda y se empape de cultura, y puedan sentirse identificados con esta bitácora. 
¡Buena suerte y feliz verano! Y recordad que la cultura no solo enriquece al ser humano, sino a la colectividad nacional.

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